Mesopotamia y Egipto en el II milenio a.C.

Mesopotamia en el II milenio a.C. Hammurabi de Babilonia y la periferia mesopotámica (Hatti, Mitanni, Asiria)

El período paleobabilónico, la supremacía de Isin y Larsa

El período se inaugura con el año 2000 y termina en 1763 con la creación del imperio de babilónico de Hammurabi. El principal rasgo es la ruptura, aunque siempre teniendo en cuenta que en historia no hay rupturas, sino continuidad. Empezará una fuerte fragmentación, esas fuerzas disgregadoras empezarán a estar más que presentes de nuevo. A este período, tradicionalmente se la llama el período de Isin-Larsa, y viene caracterizado precisamente por el conflicto hegemónico de esas dos ciudades estado. Esta denominación la utilizan los mismos escribas, y refleja esa dualidad por la supremacía.
Isin será la principal heredera de Ur, y durante el siglo XX a. C. tendrá la hegemonía. Por su parte, Larsa, implantará una fuerte hegemonía durante el siglo XIX. Ambos estados poseerán los principales territorios que permanecieron a la III dinastía de Ur.

No obstante, llamar al período como período de Isin-Larsa es injusto. Sólo refleja la realidad existente en la llanura mesopotámica, pero no en la periferia. Omite el papel de importantes ciudades como Elam, Assur, o Mari. Las tres se independizarán y empezarán a crear reinos muy potentes.
Conviene resaltar a Lipit-Ishtar8, soberano de Isin, que protagonizará el momento de ocaso de Isin. Larsa, bajo mandato de Rim-Sim derrotará a Isin, y empezará así la hegemonía de ésta.
No todo serán rupturas. A nivel ideológico el cambio de la III dinastía a este período de conflictos entre ciudades estado tiene cierta continuidad. Los reyes de Isin toman el título de reyes de las cuatro partes del mundo y también se proclaman dioses. Además, Isin será heredero de las ciudades y regiones de la segunda experiencia imperial. Otro elemento de continuidad es la estabilidad demográfica y económica. Además, los reyes que surgen tras la III dinastía continúan la tendencia de reformadores, de reyes cultos, consiguiendo mantener un cierto nivel económico. Estamos, pues, ante un período que continúa ciertas tendencias de Ur. Las ciudades irán avanzando para crear fuertes estados y también habrá una continuidad de las técnicas agrícolas. El uso de la palmera datilera será un producto de primer consumo.

Cambios a nivel comercial

Con la caída de la III Dinastía de Ur habrá una descentralización de los flujos comerciales. Ya hemos visto que en el imperio se querrá centralizar todas las redes, e irán a Ur. A partir de la caída, y como no podía ser menos, habrá esa descentralización. Isin controlará las rutas del golfo pérsico y de las zonas litorales. El comercio de Anatolia (centrado en los metales), por su parte, estará controlado por los reyes de Assur. A partir del 1900, veremos como Assur se empeñará en controlar esos metales. Con ello, se creará el Karum (mercado, donde confluyen los productos), el más famoso de los cuales es el de Kanesh (encontramos documentación que refleja dicho sistema comercial).
También es importante mencionar a Mari, una ramificación sumeria y estado periférico. Filtrará el comercio de Siria. Además, todas las líneas de comercio procedentes de Asia estarán monopolizadas por Susa y Eshnunna. Por tanto, habrá una descentralización del comercio con diferentes núcleos importantes. Con los Tamkarum (la evolución del Dam-gar) habrá una potenciación del comercio privado. Ellos pagarán impuestos e impondrán aranceles. Por tanto, el Estado perderá monopolio comercial.

La creciente babilonia

A esta dualidad surge un competidor, Babilonia la cual conseguirá hacerse un hueco a nivel político.
La formación del imperio de Hammurabi es la conclusión lógica de las políticas llevadas durante dos siglos por las dinastías amorritas que habían tratado de dominarse unas a otras. El problema quedó resuelto por el soberano de Babilonia.
La ciudad de Babilionia aparece en el escenario político hacia el final del tercer milenio; se liberó de la tutela de Ur, se erigió en principado independiente en el siglo XX, y llevó una política de prudencia. Hammurabi llegó al trono en 1792, y su extensión se debió sobre todo a su habilidad, pues muy prudentemente incorporó sucesivamente cada una de las potencias del momento. Derrota a Rim-Sin de Larsa (1786), Isin, Uruk, zona más allá del Tigris, en 1762 abate también a los asirios, las ciudades de Diyala, los elamitas, en 1761 toma Larsa y se proclama “Rey de Sumer y Akkad”, posteriormente otra victoria le hará con el poder de Mari, y la conquista termina en 1753 con la derrota de Asiria y el reino de Eshnunna (Diyala). Por tercera vez en seis siglos, el país conocía un régimen unificador y una política conducente a armonizar una herencia heterogénea, marcada por antiguas rivalidades. La redacción del célebre código es el signo más claro de esta política d vuelta de orden. La obra de Hammurabi le valdrá una reputación de príncipe sabio, protector del pueblo al que defiende de sus enemigos, benefactor por la atención que presta a la agricultura y al riego…; de alguna forma, es el retrato ideal del soberano mesopotámico.

La amorrización

En la llanura mesopotámica también surgirá otro centro de poder, Eshnunna, situada hacia la zona de los montes Zagros. Ocupará un lugar secundario pero tras la caída de la III Dinastia de Ur esperará a tener cierta importancia, y conseguirá una fuerte supremacía en esa región, controlando ciudades satélites. Creará el cuarto código de leyes, encontrando por primera vez la ley del talión (1800 a. C.). Se trata de un elemento jurídico muy importante, introducido por los amorritas. La amorrización introducirá nuevos elementos culturales, además de un fuerte mestizaje étcnico. Empiezan a surgir dinastías de reyes amoritas en Eshnunna, Babilonia o Assur. Los amorritas tendrán predominio en la zona septentrional y central de Mesopotamia, pero no en la meridional donde habrá predominio acadio. Los sumerios serán un colectivo aislado. Las dinastías amorritas encontrarán un referente importante en el Imperio de Akkad, vinculándose con elementos semitas. Con la amorrización habrá una crisis en el sistema gentilicio y empezará a haber una fuerte personificación de la propiedad. La gens entrará en crisis, habrá esclavitud por deudas.

Período hammurábico

Hammurabi pondrá punto y final a la fragmentación. Será una unificación que implicará tanto a las regiones de Sumer como a las regiones de Akkad, y como a las periferias. Según las fuentes, se trata de un personaje de dinastía amorrita y según las fuentes su gobierno duró unos cuaerante años, y fijará un imperio que durará 600 años (no siempre ejerciendo de imperio, fronteras van a fluctuar). En el imperio babilónico no siempre gobernarán dinastías amorritas, sino también casitas y otra nueva estirpe semita, los caldeos (principal rama de los arameos).

Las hazañas militares más importantes que llevan a Hammurabi al control imperial son: las conquistas sobre Larsa, Uruk, Isin, la zona de más allá del Tigris, las ciudades de Diyala, la victoria sobre los elamitas, y la derrota de los reinos de Asiria y de Eshnunna. Además destruirá la ciudad de Mari (siria) bajo el mandato de Zimri-Lin, empezando primero con relaciones diplomáticas y después entrando en un conflicto bélico. De esta época se conservan muchos textos, localizados en los archivos de las ciudades de Babilonia y también en el archivo de la ciudad de Mari. Zimri-Lin creará un gran templo con 25.000 tablillas, destacando las que corresponden a la correspondencia diplomática entre Hammurabi y Mari. Son unas cartas privadas que los reyes envían. Éstos son muy valiosos, ya que informan de la realidad al ser privados. También destacar el archivo de la ciudad de Larsa.

Organización del Imperio

  • Se llevarán a cabo reformas unificadoras, centralizadoras. Vemos que en Babilonia el rey será el epicentro indiscutible del estado. Se trata de un rey absoluto pero no se convertirá en dios, será el simple intérprete de la deidad. Utilizará la figura del rey-pastor (tradición amorrita), el rey que se desvive por el pueblo, será un especie de padre, de guía para este pueblo. El rey será el nexo de los pueblos que amalgama el imperio.
  • Aprendiendo de las otras experiencias imperiales predecesoras, se trazará una organización territorial en base a provincias dirigidas por gobernadores pero para controlar posibles usurpaciones habrá dos virreyes en dos zonas del país. Al norte (Sippar) y al sur (Larsa). EL virrey es un simple supervisor que intenta optimizar el sistema para evitar la corrupción o las posibles usurpaciones al trono. El sistema imperial es muy similar al de la III Dinastía de Ur pero con esa figura del virrey supervisor.
  • Habrá una religión común donde el dios Marduk tendrá un papel más importante (Dios de Babilonia). An, Enlil y Enki son superados por Marduk que derrotará a la diosa del caos Tiamat y por ello recibe el reconocimiento de los dioses creadores. La sede de Marduk se encuentra en el santuario de Esagila. El famoso zigurat de Babel también se construyó en esta época con clara sintonía con Marduk. Babel y Esagila quitan el papel sagrado y religioso a Nippur. Marduk, pues, asumirá los atributos de sus creadores. Será la divinidad que controla los destinos humanos, poder que asumía Enlil.
  • A nivel cultural, habrá un grupo de expertos escribas encargados de gestionar la unidad de criterios. El acadio va a perder esa hegemonía a favor del dialecto babilónico, que pasará a ser la lengua más usada. El babilónico dará lugar al arameo hasta el siglo VII a. C. La gestión destinada a unificar criterios dará lugar a la unificación jurídica con el Código de Hammurabi.

El Código de Hammurabi

El Código de Hammurabi nos brinda una visión global de la sociedad del momento, convirtiéndose en la fuente principal para la reconstrucción de la sociedad babilónica. Pero hay que ir con cautela, se trata de un momento concreto, ya que data estrictamente en la época de Hammurabi, no pudiéndose generalizar ni en el tiempo ni en el espacio.9
A rasgos generales y a modo de conclusión, el Código de Hammurabi nos permite extraer información de gran valor sobre el Imperio Babilónico y sobre todo, sobre la sociedad del mismo. El prólogo, así como el epílogo, hacen referencia a muchas de las hazañas que llevó a cabo el mismo Hammurabi en su reinado, pero también nos informan sobre el tipo de poder. Estamos ante un rey no divinizado, un gestor de la deidad pero no entendido como los antiguos sumerios, sino que en estos momentos se intentará fomentar la imagen de un rey reformador, de un rey culto. A partir del cuerpo legislativo hemos podido averiguar cómo se organizaba la sociedad babilónica, fijándonos en las diferentes clases sociales, en el papel de la mujer, y también en la aplicación de la ley del talión.

Muchos historiadores han visto en el Código un eslabón de una tradición varios siglos más antigua. Al comparar códigos sumerios o acadios más antiguos, se puede observar que el de Hammurabi no representa una humanización legislativa, sino al contrario, vemos la presencia de normas más brutales y primitivas como la ley del talión. Sin embargo, me gustaría puntualizar. Un rasgo importante del Código, es que a la hora de determinar una pena concreta, no únicamente se tenía en cuenta el hecho en sí, sino también el daño producido y la intencionalidad del sujeto. Sí que es verdad que a esta característica le falta madurez, de hecho podría haber muchos fraudes a partir de tal norma, pero lo cierto es que demuestra esa humanización que muchos historiadores consideran perdida en el Código de Hammurabi. Además de este rasgo, también es importante remarcar que el código legislativo era más teórico que práctico. Una de las intenciones más importantes era la de asustar, la de intimidar a la población. En la práctica, los jueces se llevarían más bien por sus creencias, derivadas de las distintas tradiciones locales, muchas de las cuales vienen marcadas por una evolución natural de aquellos antiguos códigos legislativos.

Decadencia del Imperio

Hammurabi hacia el 1750 comienza a tener problemas con diversos pueblos que presionan las fronteras, diferentes a los que asolaron Akkad y la III D. Son pueblos de estirpe indoeuropea: casitas, hurritas e hititas. Estos pueblos, crearán estados con fuerte descentralización. Estarán caracterizados por la presencia de reyes bastante débiles (no hay monarquía hereditaria) y por ello, habrá constantes conflictos entre los distintos consejos nobiliarios. De todos modos, su misma presencia ya supone un cambio a nivel geopolítico. Hammurabi, sin embargo, conseguirá contenerlos. Será su sucesión la que se verá con dificultades. El I. Babilónico ejercerá una hegemonía en el centro pero la periferia será conflictiva.
A continuación vamos a acercarnos a los distintos pueblos que asolarán esa periferia babilónica.

Los otros reinos

  • Hititas

Los hititas son un pueblo de estirpe indoeuropea del cual tenemos precedentes en las llanuras iranianas. Existe una gran abundancia documental sobre ellos. En el siglo XVIII empiezan a introducirse en la península de Anatolia. Concibe su reino como continental, olvidando la periferia, olvidando las regiones litorales, y siempre mirando hacia Mesopotamia. Impondrán su lengua y distintos elementos pero se establecerá un diálogo, no aplastarán a las culturas nativas.
El pueblo hitita nace a partir de aportaciones de oriente. Se trata de una simbiosis de diferentes pueblos. Por una parte, encontramos los semitas de Asiria, destacando el Karum (mercado) de Kanesh, y por otra parte, encontramos los Mitanni. Ambos pueblos contribuirán a la concepción de los hititas. Su capital es Hattusas, lugar en el cual se ha encontrado muchísima documentación de ámbitos muy dispares. 10.000 tablillas la conforman, utilizando el cuneiforme (idioma de gestión). El idioma hitita es utilizado en casos puntuales, más de la vida cuotidiana y religiosa. El archivo del Karum de Kanesh (14.000 tablillas) nos habla del sistema comercial que los asirios establecen. Nos explica, además, en idioma asirio, los inicios de los hititas.
A pesar de la gran variedad de información existe un vacío documental. El archivo de Kanesh nos documenta el período comprendido entre el XIX y el XVIII a. C, mientras que el de Hatussas nos documenta el XVI. Hasta el siglo XVI hay un vacío. Ignoramos los pasos que llevaron al pueblo hitita de ser una pequeña potencia a una grande.
En el siglo XVI, vemos como el reino empieza un proceso de unificación bajo el mando del hombre de Hatussas (Hattusili I). Su trabajo lo continuará Mursil I, el cual lanzará un ataque a Babilonia a raíz de que los casitas se hiciesen con el poder. El reino hitita se expansionará más allá de sus límites y como consecuencia empezará un período de regresión. Esta consciencia de debilidad se hará cada vez más patente bajo los distintos reyes, y será con Telebino cuando se tome la iniciativa. Convertirá la monarquía en hereditaria, ya que creía firmemente que una de las razones de la decadencia era el continuo derramamiento de sangre dentro de la familia real y se propuso evitarlo a toda costa. Esta debilidad monárquica será erradicada bajo un decreto, además, Telebino se verá exigido a crear un tribunal supremo, el panku, formado por el consejo nobiliario. A pesar de ser un elemento contra el poder real, será un paso necesario para mejorar la situación. Las fronteras hititas poco a poco se fueron ampliando, y Supiluliuma I protagonizará una nueva expansión territorial, liberando el norte de Mesopotamia de manos de los Mitanni (a mediados del siglo XIV).
Habrá dos grandes personajes que contribuirán a la supremacía y a la hegemonía del reino hitita. Con Muwatali I habrá una culminación militar, habiendo un conflicto con Egipto en la batalla de Kadesh (región de Siria). Vencerán los hititas poniendo punto y final a la fase expansiva egipcia de las zonas de siria y palestina. Será un punto de inflexión en el expansionismo egipcio.

El segundo personaje es Hakusili III, que se caracterizará por su enérgica diplomacia con el Egipto de Ramsés II. Con este personaje veremos el punto de inflexión de auge, desapareciendo en 50 años al haber una fragmentación brutal.
Las causas que llevarán a la caída del pueblo hitita (hacia 1200) son, en primer lugar, una fuerte crisis climática que provocará grandes fracturas internas, y en segundo lugar, los enemigos exteriores que subsisten en la periferia (fuera del control, fuera de esa concepción continental hitita) y que se aprovecharán de los momentos de crisis.

  • Casitas

Al contrario de lo que sucede con los hititas, en el caso casita, apenas encontramos documentación. Sabemos que entraron en el núcleo de la llanura mesopotámica, y que hostigan las fronteras del Imperio Babilónico. El reino babilónico subsistirá, pero en el 1545 la incursión al reino provocará una suplantación al gobierno amorrita. Sabemos que el reino casita durará 400 años pero la escasa documentación hace difícil hacer dataciones más exactas. Fueron largamente ignorados por la investigación y sabemos que entre sus características destacó la introducción del caballo (anteriormente se utilizaba el onagro (burro salvaje)). Además serán los primeros en usar el ladrillo. Dos aportaciones muy decisivas para la historia de la humanidad.
Durante esos 400 años, el reino vivirá altibajos. El pueblo casita no gozaba de cohesión interna y es por ello que renunciará a su tradición expansionista. Además, la crisis vendrá potenciada por cuestiones externas (Elamitas, asirios). Elam saqueará muchas de sus obras de arte y las depositará en Susa.

  • Hurritas

Los hurritas son de origen indoeuropeo y hacia el siglo XVIII penetran en la alta Mesopotamia. Destacan sobre todo por su unificación de la parte septentrional mesopotámica hacia el siglo XVII fundando Mitanni y haciéndose llamar (la población) Khurri. Los antecedentes los encontramos cuando Khattushili I (antes de 1600) invade Anatolia y parece aclarar una unidad política. Además, los hurritas que luchan en la Alta Siria contra los hititas parecen ya poseer una entidad estatal bien definida. El reino Mitanni se caracterizará por poseer una corriente tecnológica común, una corriente indoiraniana. Gracias a la profunda decadencia en que se encontraba Asiria, y a la desaparición de Yamkhad (antigua potencia hegemónica) el reino de Mitanni conseguirá un poder muy elevado.
La capital se encuentra en el centro, es Washukkanni, pero no se encontró su capital, aunque se sabe que fue una fundación nueva y estaba enmurallada. Por este motivo, poseemos poca documentación y la mayoría de ella se encuentra en otras ciudades. Los principales archivos documentales los encontramos, por lo que hace al interior de Mitanni, al oeste en Alalakh y al este en Nuzi. Externamente encontramos archivos en Khatti (Egipto) y más tarde en Asiria. Destacaremos aquí la inscripción de Idrimi, creada por el rey de Alalakh, y donde se nos muestra al rey de Mitanni como el señor al que obedece toda la región.
Entre sus características destcar que no se centraba su visión hacia el control regional, manteniendo dinastías, y la figura del rey se caracteriza por su debilidad, quedándose la posición a merced de las luchas nobiliarias. Esta última característica explica la crisis que finalmente termina con el reino.
Es importante centrarnos en las relaciones diplomáticas con Egipto, que reportarán beneficios por los dos lados. Por la parte egipcia, la buena relación con Mitanni (de igual a igual) dará lugar a una protección mayor del país, proporcionarán bienes asiáticos al mundo egipcio y darán una situación increíblemente buena a Egipto. Por la parte hurrita mitanna, las buenas relaciones con Egipto hará que pueda centrar sus esfuerzos bélicos hacia el turbulento frente anatólico.
El fin de Mitanni será fruto de los conflictos nobiliarios internos y por los ataques externos de manos hititas y asirias. Supiluliuma I se hará con el control de Mitanni pero su falta de defensa en esa zona hará que caiga en manos Asirias con facilidad. Los hurritas, un pueblo bastante marginado, consiguieron de esta manera un lugar en la historia, aportando grandes elementos culturales que seguirían presentes muchos años después de su caída.

  • Asiria

Asiria será un imperio por excelencia, que vivirá fases de auge extraordinario. Su epicentro se concentrará en Assur. Se trata de una ramificación sumeria, de un importante baluarte de los acadios. De hecho ellos mismos se sentirán orgullosos de Sargón y de su experiencia imperial (influencias de tradiciones belicistas). Assur vivirá su momento de esplendor después de la III dinastía de Ur. La ciudad caerá en manos amorritas. Siempre será la ciudad histórica, la ciudad influyente, donde estará presente el santuario al dios Assur.
Una importante cuestión sobre Asiria es preguntarse el porqué de su imparable avance.

Carácter bélico. Orgullosos de ser herederos de Sargón. Encontramos la figura del rey-soldado. Desde el primer momento, encontraríamos un ejército preparado. La sociedad querrá implicarse en la guerra.

Factor económico. Asiria gozará de recursos económicos extraordinarios. Importancia del comercio. Existirá una fuerte red comercial en Anatolia desde sus primeros momentos. La guerra será utilizada como motor de la economía (esclavos, tributos, saqueos…).

El núcleo del reino siempre estará presente, aunque las fronteras sean cambiantes.

Por lo que hace a su evolución destacan cuatro personajes. En primer lugar, encontramos a Shamshi-Adad (s. XVIII). Es ligeramente anterior a Hammurabi. Se caracterizará por emprender una fuerte expansión hacia el sur (gran parte de siria será dominada). Creará un reino estable al norte de Mesopotamia, no obstante, Hammurabi le vencerá, y esa región quedará bajo hegemonía hammurábica (ya hemos visto que a pesar de encontrarnos con fronteras cambiantes, la capital no llegará a caer). Seguirá a partir de entonces una época de sumisión a Mitanni. En segundo lugar, y rompiendo con la sumisión, encontramos Asur-Uballit, que conseguirá la independencia, haciéndose con la parte nororiental de Mitanni. Empezará una etapa de verdadero auge. En tercer lugar, llegará la consolidación con Tikultinimurta I. Pondrá en marcha el motor de la guerra. Empezará una formidable expansión, fundando una nueva capital. El adjetivo más acorde con su momento es el de la grandeza. En cuarto y último lugar, encontraríamos a Tiglat Pileser I, que tras haber entrado en una etapa de ligera contracción del reino, conseguirá sacar Asiria de tal situación. Se beneficiará de la crisis del 1200 y tendrá lugar una expansión puntual. Hará frente a los arameos y como consecuencia tendrá que retroceder, poniendo fin a la expansión.
El rey será la cúspide política de Asiria. Concentra todos los poderes, toma títulos que lo glorifican (rey de reyes, rey de Assur, rey de Babilonia, rey de Sumer y Akkad…) y tendrá ese afán de hegemonía, de superación. Es un rey, pues, con ansias universalistas. No se divinizará a pesar de esa admiración a otras experiencias imperiales y además es el primer hombre de la tropa, tiene un carácter militar que siempre estará presente. Una de las renovaciones más importantes en el ámbito imperial, es la presencia de un visir, que asistirá al soberano (Sukallu).
Por lo que hace a la administración territorial, la región estará organizada por provincias (al más puro estilo III Dinastía de Ur). El caso asirio se caracterizará por un sistema dual de control. El primer paso, sería mantener la dinastía. En el caso de evidenciarse signos de rebelión, habría una represión y un desmontaje del sistema, creando así una provincia e introduciendo un gobernador (Shaknu). Para no volver a caer en un ciclo de rebeliones, se tomaban medidas ejemplares, potenciando así el terror. Una práctica usual eran las deportaciones. Con ello, se conseguía dispersar a la población con el objetivo de conseguir una integración más sólida. Es una medida con fuertes ventajas, pero también tiene desventajas. Provocará, a largo plazo, el fenómeno de la aramización (finales del II milenio). Sus tradiciones y su cultura desplazarán progresivamente a la autóctona. No obstante, en el caso de la región de Babilonia se actuará diferente. Cada vez que sea sometida, Babilonia gozará de un estado superior. El rey tomará la corona de Babilonia y continuará siendo el rey de Asiria. Estará en igualdad de condiciones. Por tanto, Babilonia será una excepción en el organigrama administrativo.
A nivel social, es difícil hacer una aproximación. Faltan documentos al más puro estilo Código de Hammurabi, de hecho se han encontrado de importantes como las Leyes Asirias (XII), pero no llegan al grado de detalle del primero. Además, estamos ante la misma problemática. Las leyes asirias describen un momento concreto.
En la sociedad asiria el mestizaje será continuo y habitual. Esta característica vendrá dada por el fuerte dinamismo que conllevan las deportaciones. La guerra potenciará la posesión de esclavos, siendo estos cada vez más importantes. La insolvencia o las deudas pueden convertir al ciudadano en esclavo. Habrá, pues, una degradación de la figura del esclavo. En el Código de Hammurabi tiene sus derechos, aquí la condición de esclavo decae, y estará totalmente a merced de su señor.
El estatus jurídico de los deportados no se conoce. No aparece bien documentado el eslabón que ocupan. Se supone que tendrían un papel intermedio, sujetos a derechos pero sometidos. Los deportados darían lugar a una gran cantidad de mano de obra.
La religión asiria es el elemento que mejor se puede interpretar. Los asirios serán grandes devotos religiosos. Muchos relatos sobre el origen sumerio y acadio fueron recopilados por los escribas asirios. Su estructura será un calco de Babilonia, que a su vez será heredera sumerio y acadio. A pesar del fuerte carácter bélico, el rey a veces antepone la religión a la guerra. Existen casos en que el rey deja conflictos bélicos para ir a cumplir con sus obligaciones religosas. El panteón asirio se situará en Assur, siendo éste el dios principal. El santuario nacional de Assur será, de esta forma, el lugar religioso principal.
A nivel económico, vemos la importancia de la agricultura, una agricultura de secano (poco productiva) complementada por el comercio, la ganadería, los beneficios bélicos y la artesanía. Como ya hemos ido viendo, la guerra será el motor de la economía asiria, y la artesanía junto con el comercio (sobre todo de hierro) dos de los grandes pilares.

Egipto en el II milenio a.C. Apogeo del Imperio egipcio

El Reino Medio (2040-1720)

El reino medio comprende las dinastías XI y XII. Que haya pocas dinastías refleja una cierta estabilidad.
La dinastía XI (la de la reunificación) estará bajo el mandato de Mentuhotep I, II y III. El nombre rinde culto a MONTU, la divinidad principal de Tebas. Mentuhotep III conseguirá restablecer el orden, respetar la figura del faraón, y potenciará la fidelidad de sus súbditos gracias al nombramiento de nomarcas de origen tebano (aumentando así la fidelidad). Sobre el proceso de reunificación encontramos las inscripciones del templo de Mentuhotep II, en la zona del Deir el bahari. El templo es de carácter funerario y las tumbas serán excavadas en la roca (elemento típico de TEBAS). Las inscripciones nos explican cómo Mentuhotep I hizo frente a los nomarcas y también refleja la intervención de otros pueblos. Se hará frente a los pueblos extranjeros y a los internos.
La dinastia XII será la de la consolidación, y los faraones se harán llamar AMENENHAT (homenaje a Amón) y SESOSTRIS (homenaje a la diosa leona USERT). Será un período de florecimiento literario, destacando el “relato de Sinuhé” que nos muestra las enseñanzas de Menenhat, reflejo de la humanización del faraón. Ahora estamos ante una figura faraónica mortal, quedándose limitado a ser un representate de Amón. El dios Amón se consolida (el gran complejo de karnak principal sede divina). A nivel de escultura, destacar la importancia de la esfinge (aparece con la cúspide del poder faraónico (faraón-dios) y a pesar de la humanización de la figura del soberano tendrá un enorme éxito. Curioso contraste, la investigación no sabe el porqué del éxito. El arte surgirá con más realismo que nunca y se llega a percibir un intento para reflejar el paso del tiempo (el faraón aparece con arrugas, etc.), reflejo, esta vez sí, de la humanización del faraón.

Grandes faraones del momento

Amenenhat I será el fundador de la dinastía y cambiará la capital hacia TEBAS. Itawi será la zona más óptima de la región, donde podremos ver ese florecimiento en las tumbas.

Destacar también a Sesostris III que será un gran gestor y dividirá el país en tres distritos. De esta manera, controlará los nomarcas, permitiendo una supervisión más óptima. Restablecerá fronteras después de que el desequilibrio provocase un profundo cambio fronterizo. Sesostris III restaurará los límites.
El esplendor máximo llegará de la mano de Amenenhat III, algo que le permitirá centrarse en el interior, en la economía, optimizando las minas de Nubia. Para mejorar las minas, facilitará las comunicaciones construyendo un canal artificial. Además, como exigencia propia de Egipto, la escasez de madera hará mirar hacia Asia, comerciando con Siria y Palestina. Habrá una importante ruta sobre todo con Byblos (provincia de Canaán). Empieza a romper ya de una manera clara su aislamiento. Se creará la primera línea de defensa en el Sinaí y empezará a haber política exterior.
También potenciará los trabajos hidráulicos, creando una zona muy fértil (lejos del valle del Nilo) gracias a un desviamiento de agua del río, fundando el Oasis del Ec Fayum.
Como ya hemos indicado, mirar hacia el interior también favorecerá el bien del país. Empezará a surgir una clase media gracias al comercio y a la artesanía. En los documentos, aparecen nombrados como los señores de las ciudades (nueva clase urbana) reflejo de la ampliación de posibilidades, del momento de esplendor y de esa optimización que se lleva a cabo.

El II período intermedio (1720-1550)

Hacia el 1720 empezará un período de crisis que dará lugar al II período intermedio. A pesar de las medidas de supervisión, habrá una fuerte corrupción de los nomarcas que potenciará la fragmentación y devaluarán la figura del faraón. Este período durará 150 años, y vemos como las fuentes intentan ocultar tan oscuro período. Manetón nos dice que: “es un período para olvidar”, y seguirá hablando de dinastías (XIII-XVII) Básicamente, Manetón nos intenta transmitir que el estado faraónico continuaba vivo. Será en esta época cuando tenga lugar la invasión de los HICSOS (reyes pastores). El origen y la étnica del pueblo hicso es extrovertido. Se sabe que eran tribus asiáticas y que se deben de relacionar con los movimientos que tenían lugar en Mesopotamia (llegada de pueblos de estirpe indoeuropeos que empujan a semitas, mesopotámicos…) Manetón intenta mostrar a los HICSOS como los culpables. Pero la realidad es que la crisis del II período intermedio era anterior a la invasión de los hicsos en el delta.
Los hicsos fueron un pueblo que asumió la cultura egipcia y que incluso fundarán un estado al norte (con capital en Avaris). La capital no se ha podido localizar pero se sabe que estaba en la zona meridional (reflejo del control total del N egipcio). Con la invasión hicsa habrá un cambio de óptima; el egipcio se volverá imperialista. Realmente, la entrada de los hicsos fue bastante positiva, ya que alentó un fuerte enriquecimiento. Introducirían a las costumbres y a la cultura egipcia el caballo y otros elementos como el carro de guerra, los proyectiles o tecnología superior, optimizando de esta manera la faceta militar.
Durante un momento concreto, el nomarca de Tebas rendirá vasallaje a los hicsos (momento de supremacía de éstos) y será en Tebas el lugar de donde vendrá la REACCIÓN. Kamose (nomarca de Tebas) potenciará la independencia y llevará a cabo una campaña contra el norte, contra los Hicsos y sus colaboradores. La primera expedición pondrá en jaque la capital Hicsa de Avaris, y será el sucesor de Kamose, Amosis, quien consiga derrotarlos, fundando de esta manera la dinastía XVIII (cristalización de la unificación y punto de salida del Imperio Nuevo).

El Imperio Nuevo (1550-1070)

Estamos ante un período extenso en el que solamente hay tres dinastías (XVIII-XX). Es el período mejor conocido; tanto la arqueología como la documentación es óptima. La dinastía XVIII será la del máximo auge y también el de la unificación. Será esta unificación la que dará lugar a un rápido florecimiento, a una rápida expansión. Los faraones tendrán el nombre de Amenofis y de Tutmosis (el dios TOT, el de la sabiduría). Será un estado teocrático centrado en la figura del faraón. A pesar de su acercamiento a la figura del faraón-dios, ya desde los primeros momentos habrá un conflicto entre la institución del templo de Amón y el faraón. Es un proceso que caracterizará todo el Imperio Nuevo e iremos viendo como el sacerdocio ganará terreno progresivamente. El momento decisivo que permite al templo ganar suficiente poder como para estar en conflicto interno con la figura del faraón será con la reina Hatshepsut (viuda de Amenofis II el cual murió joven). La reina consorte14 mantendrá su condición de soberana hasta que Tutmosis III sea mayor. No obstante, ella querrá mantener el poder e intentará buscar ayuda en el templo. Para ello, Hatshepsut pondrá como visir al sumo sacerdote.
El otro proceso importante característico del Imperio Nuevo será la auténtica política exterior. Por fin se saldrá de ese aislamiento tan característico de los egipcios. Habrán campañas hacia el sur (recuperan Nuvia) y llegará hasta la cuarta catarata del Nilo. Además se adentran en el territorio sumerio (Tutmosis III). Esa mirada puesta hacia Oriente provocará, además, una expansión hacia Siria y Palestina. Y no únicamente se expandirán por los beneficios económicos, sino que ahora existirá el móvil de la autodefensa, querrán conquistar territorios para proteger el centro egipcio.
Los egipcios se caracterizan por su etnocentrismo (como la anécdota del Éufrates). Mantendrán, pues, una política agresiva-imperialista con el objetivo de sacar beneficios y de proteger el núcleo del Estado. Además, empezará a desarrollarse la diplomacia, comenzándose a establecer contactos con Mitanni, los asirios y los hititas.
La organización de los territorios conquistados se basará en la sumisión y en el pago de tributos, y nunca intentarán poner fin a la cultura de cada uno de los lugares. Para mantener esa sumisión, se implantarán guarniciones militares en lugares estratégicos.

Evolución y el constante del problema del templo

El máximo esplendor vendrá de la mano de Amenofis III (finales del s. XV a. C.) El problema interno empezará a ser un elemento de agotamiento, será un conflicto abierto. Amenofis IV, será más radical, y cambiará la religión. Suspenderá el politeísmo y el poderío de Amón, e implantará una religión monoteísta (más unificadora y centralizada) bajo el dios del disco solar, ATÓN. Atón será la deidad que el faraón necesita, y asumirá además las cualidades de Ra. Será una revolución religiosa pero la decisión fue demasiado drástica, hecho que le llevará a la oposición de los militares, el clero y la nobleza. Amenofis IV pasará a ser llamado Akenatón (en reflejo de ese monoteísmo) y fundará una nueva capital Aketatón (“el horizonte del disco solar”) situada en el Egipto central (reflejo de la unificación) y que se ha podido encontrar. Ello nos da la posibilidad de acceder a su valioso archivo.
Con la revolución religiosa se creará una nueva élite (proveniente del norte) centrada en Hellopolis, el centro de culto de RA. Y es que, a pesar de la asimilación de AMÓN con RA, intentarán ser los teólogos de ATÓN. Por tanto, para complementar la revolución, se creará un nuevo organigrama administrativo.
Atón es una deidad antibélica y de ahí su oposición. Además contara con la oposición del pueblo ya que no querrán creer en una divinidad que no está en sus creencias.
Su sucesor, un joven e influenciado Tutankamón restablecerá los cultos tradiconales. Akenatón marcará un punto de inflexión, empezando una lenta decadencia. Las dinastías XIX y XX son las de la crisis.

La dinastía XIX será la de los faraones militares. Empezarán a recuperarse territorios perdidos. Ramsés II es el faraón más destacado, el cual llevará a cabo una misión constructora y expansiva y su insistencia llevará a una terrible guerra contra los hititas (Batalla de Kadesh) en el 1286.
La derrota de esta batalla marcará el fin de la expansión egipcia, y veinte años después los egipcios se verán obligados a firmar un tratado de paz con Hattusili III. Ramsés II había llevado las posiblidades egipcias al máximo y eso se hizo notar. Su hijo, Merenptah, tendrá que ceder los territorios conquistados por su padre, y se centrará en los problemas internos. Egipcio volverá a una óptima más cerrada en sí misma, y además tendrá que hacer frente contra el primer ataque los pueblos del mar.
La dinastía XX marcará la crisis total. El segundo emperador de la dinastía, será Ramsés III el que sería el último gran faraón. Ramsés III intentará recuperar la situación, pero los sacerdotes crearán un estado dentro del estado, el cual tendrá jurisprudencia propia. Además poseerá tierras propias (el 30% del país) y estará exenta de pagar impuestos, tendrán una inmunidad fiscal. A pesar de su buena gestión, la falta de tributos de las zonas perdidas, y la segunda incursión de los pueblos del mar, provocará que únicamente consiga retrasar la crisis final. Tras la muerte del último ramésida (Ramsés XI), el sumo sacerdote Herihop asumirá el control directo del estado, venciendo finalmente el templo sobre la figura del faraón.
El año 1070 marcaría el final del florecimiento faraónico, y Egipto no volvería a ser más una potencia destaca. Posteriormente, se sucederán etapas constantes de guerras civiles, caracterizando al primer milenio como un período de fragmentación política. Asiria conquistará Egipto hacia el VII a. C, y los Persas hacia el VI a. C. En ambos casos, la zona de Egipto sería considerada una provincia más. Y esto continuaría hasta que en el 332, los macedonios libertadores instaurarán una dinastía de faraones extranjeros, y ya no será una provincia más, sino el centro del poder.