La crisis del Imperio Romano

Características generales

La crisis del Bajo Imperio Romano se debe, según Gibbon, (un ilustrado del siglo XVIII que escribió “Historia de la caída y decadencia del Imperio Romano) a dos razones: la barbarie de los pueblos germanos que se infiltraron paulatinamente en el Imperio Romano, y a la adopción del cristianismo como religión oficial, en detrimento del paganismo.

No obstante, las fuentes romanas demuestran que ya los propios contemporáneos eran conscientes de la situación de crisis en la que estaban inmersos, incluso anteriormente al cristianismo (Séneca el Viejo). Éste decía que el Imperio estaba en crisis, y esto afectaría a las más altas esferas.

Con el cristianismo, el problema de la decadencia del Imperio se enfoca como el debate central filosófico y político. Pero a la vez que se cuestiona el Imperio, la ideología general de la población es que la propia ciudad de Roma es eterna. Esto dura tras la conquista de Roma por los bárbaros en 476, viéndose en los distintos reinos germánicos (Tanto Clodoveo como Carlomagno adquirieron símbolos del poder romano). Más tarde, los humanistas querrían buscar en Roma restos del pasado (Maquiavelo, Guicciardini). Incluso los ilustrados admirarán la cultura romana (Gibbon).

El Imperio Romano estaba centrado geopolíticamente en el ámbito mediterráneo, lo que le otorgaba unos límites naturales de expansión, excepción hecha de Inglaterra. El Imperio Romano es un gran imperio que engloba muchas razas y creencias, y el único punto en común entre ellos es la unidad política, a veces separadas por fronteras naturales, por antecedentes históricos (Egipto, Grecia). Lo que unía a todos estos pueblos era un fuerte provincialismo, más que un sentimiento nacional. Sería este provincialismo acabó disgregando el Imperio Romano.

El Imperio Romano hacia el s. IV albergaba más de 50 millones de habitantes, repartidos de manera desigual, ya que el grueso de la población estaba centrado en la parte este del Imperio. Esta diferencia de población sería mayor gracias a las epidemias que acaecieron entre los s. II y IV. Como consecuencia de esto, habría una patente falta de mano de obra. Además, en ese período se dio un fenómeno de descenso de natalidad, e infanticidio legal, en base al gran poder otorgado al Pater Familiae.

En el Imperio Romano el poder imperial era sagrado y absoluto, siendo asistido por la corte y los órganos de gobierno heredados de la época republicana, como el Senado o la Curia. El poder del Senado cada vez más insignificante; el emperador en el s. I era considerado como el primer ciudadano, mientras que en el s. III era el dominus, cuya palabra tenía fuerza de ley. Además reprodujo un lento proceso de divinización del emperador, ya que éste participaba en lo divino. Esto no se difuminaría en la época cristiana, sino que adquirió todavía más fuerza que en la época del dominado.

El gobierno del Imperio Romano estaba fuertemente centralizado, estando dividido en demarcaciones territoriales (12 diócesis, 120 provincias). En las provincias existía la figura del procónsul, con atribuciones militares, políticas y financieras. En la base de la organización territorial estaban los municipia, que estaban asociado a la civitas, y eran gobernados por magistrados, los cuales eran elegidos por las Curias. Hasta 212, la ciudadanía era un signo de distinción (en un primer momento sólo eran ciudadanos los habitantes libres de Roma, y luego lo serían los de la Península Itálica), pero sería Caracalla el emperador que otorgaría la ciudadanía a todos los habitantes libres del Imperio.

Pero la ciudadanía no era un estatus social, ya que había grandes diferencias entre los integrantes. La movilidad social del Bajo Imperio fue cada vez menor, lo que estaba esclerotizando la sociedad.

La sociedad romana estaba, a grandes rasgos, divididos en honestiores y humiliores.

  • Honestiores: Formado por la clase senatorial y el orden ecuestre. Ambos son grupos heredados de la época republicana. Además, también integraban esta clase muchos militares y decuriones. La principal ventaja de formar parte de esta clase es que hay muchos tipos de delitos que para los honestiores no son delitos. Además, sólo serán objetos de tortura en casos muy concretos.
    • Clarissimi: Miembros del orden senatorial (senadores de Roma y Constantinopla desde 313). También funcionarios, militares… que no se remontan a época republicana.
    • Eminentissimus / perfectissimus: cortesanos, burócratas.
    • Curiales: encargados del gobierno de las ciudades, sus cargos son hereditarios.
  • Humiliores: artesanos, marinos… Este tipo de oficios estaban organizados en corporaciones, y dentro de ellos también los cargos son hereditarios.
  • Proletarii: todos aquellos individuos que recibían donativo público de alimentación, garantizada en Roma y Constantinopla. También los proletarii eran hereditarios.
  • Sacerdotes: Hay que tener en cuenta a esta parte de la sociedad, ya que formaban parte de una religión con claros matices políticos, que implicaban un sentimiento aglutinador de la ideología general.

Fuera de las ciudades, estaban los colonos, que eran hombres libres y propietarios de tierras. Pero cayeron en situación de dependencia, y terminan perdiendo su libertad. También eran hereditarios, lo que impide al campesino dejar de cultivar la tierra, lo que conlleva una enorme pérdida de libertades, convirtiéndose el hombre en un individuo destinado a trabajar y a pagar impuestos al Estado.

Así, la visión del Imperio con respecto al futuro es dificultosa. En esta sociedad, la mayor parte de las riquezas provenían de explotaciones agrarias y del comercio, en donde las familias adineradas invertían capital.

Por último, los esclavos. La sociedad romana era una sociedad esclavista, con gran difusión de éste. La época dorada de la esclavitud vino con las grandes conquistas, pero en el s. III era relativamente difícil encontrar esclavos. Un esclavo era alguien cuya vida estaba sujeta a la arbitrariedad de su amo. Aproximadamente un tercio de la población romana era esclava, y eran quienes realizaban toda clase de trabajos, lo que facilitaba a las clases altas dedicarse a actividades no productivas, tales como la política o la cultura en todas sus vertientes.

No obstante, el esclavo no había de preocuparse por su sustento, ya que debía alimentarle su amo. Así, se compensaba la indefensión con el aseguramiento de su sustento.

Las ciudades son el referente del mundo romano, y basaron su poder en ellas, bien mediante la conservación de ciudades prerromanas, bien mediante la fundación de ciudades nuevas.

Pero en algunos ámbitos, las ciudades eran elementos artificiales, ya que requiere de una población estable, armonía entre los habitantes…, cosas que no siempre estaban. No obstante, se continuó el modelo romano, el cual fue un modo de gobernación y reclutamiento militar.

En cuanto a su diseño, se basaba en modelos racionales, con dos ejes (cardo y decumanus). Pero no todas las ciudades son iguales, debido a distintos factores, como el tamaño, la capacidad de gobernar…

La ciudad es el referente del hábitat, y en el curso de los siglos de dominación imperial se agrupan las ciudades por estatus y consideración, estando la parte más importante en la parte oriental del imperio, ya que sus ciudades eran más productivas e importantes.

El ejército romano era centralizado, y a la cabeza estaba el emperador. Sus filas estaban formadas por profesionales de la guerra, que muy pocas veces eran romanos. Su función principal era el mantenimiento de la paz, pudiendo así los ciudadanos desempeñar otras funciones.

El ejército agrupaba distintos tipos de tropas, y a finales del s. III habría 400000 hombres organizados en un cuerpo, la guardia pretoriana, formada por 10 cohortes, y cada una tenía 1000-1500 soldados y unas pocas unidades de caballería.

Además, estaban las legiones, que eran el cuerpo base del ejército, siendo en total 35, divididas en cohortes, tenían infantería, caballería, artillería, siendo cada cohorte de 6000 hombres. Por último estaban los auxilia, con unidades de 480 hombres, estaban dotados de una gran movilidad.

Al frente de cada unidad había un comandante (tribunus). El reclutamiento era voluntario, y hasta el s. I las levas eran excepcionales, pero a partir del s. III el reclutamiento era obligatorio, convirtiéndose además en hereditarios los puestos del ejército.

Para evitar el reclutamiento se recurría a la automutilación, siendo muy castigada por las leyes, o, tras la conversión al cristianismo del imperio, al monacato, una manera muy eficaz de evitar el reclutamiento forzoso.

El ejército romano sufrió un proceso de paulatina barbarización, ya que cada vez era más difícil el reclutamiento, convirtiéndose los germanos en tropas de apoyo.

En general, las tropas del ejército se pueden dividir en tres grupos:

  • Limitanei: tropas de fronteras, pagadas con tierras que tenían que cultivar, constituyendo una población estable en el limes. De origen o bien bárbaro, o bien de antiguos esclavos, o de los contingentes de los primeros indicios de invasión.
  • Comitatenses: tropas con una gran movilidad.
  • Palatini: tropas asociadas a la defensa del palacio, pero también estas tropas son móviles.
  • Auxilia: infantería- caballería ligera formada por mercenarios bárbaros muy hábiles para la guerra. Entre ellos estaban los catafracti, una caballería pesada al estilo persa, con cota de malla y largas lanzas y arcos. Fueron muy eficaces, y tienen relación con el origen del estribo.

En el Bajo Imperio Romano, Diocleciano instauró un modelo de organización política, la tetrarquía, la cual se pone en marcha en 305-313, y tenía como objetivo la articulación del poder en dos emperadores y dos césares. Esto nace para facilitar la gobernabilidad del enorme imperio, cada vez más difícil de gobernar. Fracasó y al final de la tetrarquía, nace la heredabilidad del trono imperial a raíz de la familia de Constantino (313-361), y acaba con Constancio en Oriente, Juliano en Occidente, tras los cuales se vuelve a la elección.

El salto a la elección imperial es interesante porque Joviano (un oficial del ejército) aclamó a Valentiniano (364-375). Éste asoció al trono a Valente, quien murió en la batalla de Adrianópolis (378). Estos dos últimos crearon una dinastía, si bien no siempre había lazos de sangre, y también intentarían la conexión con la familia de Constantino.

El peso del gobierno impone la partición del poder a partir del 395. Así, se aseguraba la ubicuidad del emperador. Ahora bien, esta partición mantenía la unidad ideológica, ya que ambos augustos se invisten el uno al otro. Además hay una unidad legislativa, y el programa del gobierno es común entre Valentiniano y Valente, pero habrá dos imperios: el de Occidente y el de Oriente.

Imperio Persa

El imperio persa era el único posible rival del Imperio Romano. Su emperador es el shah. Entre los persas y los romanos hubo un conflicto de larguísima duración debido al control de Mesopotamia y en general del Próximo Oriente. Este conflicto forzó el establecimiento de la capital persa (Ctesifonte) cerca de la frontera con Roma. La estrategia romana consistió en la construcción de fortalezas para la defensa del imperio sasánida. En 224, Artajerjes I renovó el imperio persa, basándolo en una ideología que rememoraba el antiguo imperio aqueménida. Las sasánidas estaban, tras el shah, comandados por una nobleza feudal destinada a los cargos administrativo-militares. Pero dicha nobleza estaba integrada en una confederación del que el shah es el jefe absoluto.

Del imperio aqueménida se tomó la pretensión de la gobernación universal, lo cual lleva indefectiblemente al choque con Roma, y querían que Roma abandonara lo que fue el imperio aqueménida (Anatolia, Egipto, Siria, Mesopotamia). Los persas, además de una superioridad militar por la utilización del arco a caballo, también fundaron ciudades, una de las expresiones de su poder. Lo peculiar es que establecieron ciudades sobretodo en zonas peligrosas (la frontera occidental, el Cáucaso).

La base social persa fue establecida por Sapor I, que se basó en una pequeña nobleza de la que derivarán los asavarán (guerreros armados a caballo). Por debajo estaría la masa social (campesinos, artesanos).

La nobleza siguió con mucho poder, pudiendo incluso destronar al shah si era tiránico y poner a otro de la misma familia. La base económica eran los impuestos, empleados para el mantenimiento del ejército, de las fronteras… La imposición fiscal llegó a ser muy dura a finales del s. V, lo que llevó al descontento social, que explica la popularidad de Mazdak, que propugnaba la igualdad de acceso a los bienes económicos y a las mujeres. Además, Mazdak acusaba a la nobleza de ser causantes de desigualdades económicas. Al principio, Mazdak contó con el apoyo del shah (Kavad), ya que quería frenar la influencia de la nobleza. Esto desembocó en la revuelta mazdakita, un período que consigue la sumisión de la nobleza al shah. No obstante, esta situación no tardaría en revertirse.

En el s. III, los sasánidas (Artajerjes I y Sapor I) consiguen la victoria sobre los romanos hasta en tres ocasiones, llegando incluso a capturar al emperador romano Valeriano en Edesa, en el 260, al cual torturaron de una manera brutal (obligándolo, entre otras cosas, a ingerir diversos metales fundidos).

Si Roma tuvo difícil la conservación de las ciudades del Oriente (Antioquia, Nísive), fue debido a los sucesivos ataques sasánidas. Además, también protagonizaron correrías de saqueo en las provincias de Siria, Cilicia y Capadocia. Pero la mayor disputa entre Roma y Persia fue por la provincia de Armenia. En la época de Narsés, el emperador persa hizo incursiones en territorio romano.

En la época de Sargón II (339-363), éste guerreó siempre con Roma, la cual responderá mediante la intervención de los catafracti en la guerra.

Los persas eran más efectivos en la caballería, mientras que la estrategia romana era más bien defensiva, debiendo rechazar numerosos asedios. Contra Sargón II imperaron en Constantinopla Constancio y Juliano (muerto éste último en el campo de batalla). Joviano tuvo que aceptar la derrota, y entregar Armenia con sus plazas. Las condiciones de paz eran humillantes, pero fueron aceptadas por la amenaza germana. A partir de 363 los romanos perdieron Nísive, y en 384 se firmó un tratado por el cual se dividió Armenia entre ambos imperios, y estabilizó las relaciones entre Roma y Persia.

En el s. VI surgieron conflictos por la expansión del cristianismo. La expansión cristiana por Siria llamó la atención a las tribus árabes (gasánidas, tribu vinculada a Roma, y lahmidas, tribu vinculada a Persia), lo que debilitó la conexión entre los lahmidas y Persia, y aumentó la aproximación con Roma. En el s. VI se inició una política de persecución de cristianos dentro de las tribus árabes, pero fracasó por la conversión del jefe de los lahmidas (llegando éste a ser conocido como el obispo Pedro). Además, los sasánidas tuvieron problemas en el Este, en la Bactriana y la Transoxiana con los hunos heptalitas, lo que llevó a la búsqueda de la paz con Roma. Hasta en época de Anastasio se originó una guerra por no cumplir sus compromisos económicos de para a las tribus hunas, y es el emperador Kavad quien inicia la guerra, a la vez que guerrea con los hunos heptalitas. En este contexto, se tomaron Teodosiópolis y Amida, situada en el Este de Anatolia.

En el s. VI seguirá vigente la armonía del s. V para atender amenazas comunes, pero también seguirá vigente una rivalidad entre ambos imperios, como se manifiesta en la alianza entre Bizancio y los turcos que sustituyeron a los hunos heptalitas en la frontera oriental persa.

En el 532 Justiniano compró la llamada Paz Eterna a Persia, pagándoles 11000 sueldos de oro, para poder proceder a la conquista del Mediterráneo.

El shah debía mantener las guerras de conquista, ya que probaban la legitimidad del shah, además de la postura defensiva en el Este. Así, también se crearán zonas de influencia, no sólo en la Península Arábiga, sino también en la India, en el imperio de los gupta. Pero las guerras con Roma eran las únicas para las que se buscaba justificación, ya sea por acciones, o por omisión de estas acciones de Roma. A principios del s. VI, algunas justificaciones están escritas en griego.

El shah para gobernar tenía la legitimidad, dad por el zoroastrismo, la religión que fue un elemento unificador del imperio. La historiografía tradicional siempre ha considerado parejo el shah y el zoroastrismo, pero actualmente se sabe que el shah también apoyó otras religiones. En el s. V en los asuntos religiosos hay que tener en cuenta determinados aspectos: el zoroastrismo estaba apoyado en Ormuz y Ahrimán, los dioses del bien y del mal, lo que la convertía en una religión dualista. En el s. V los escritos reivindican el culto a Zurván (dios del tiempo infinito), lo que supone un reto de unidad y monoteísmo, con gran influencia del cristianismo. De aquí se derivó la recuperación del culto a Zurván, pero demuestra puntos débiles en el zoroastrismo.

Por otro lado, se demuestra una clara permisividad del shah hacia el nestorianismo, una herejía cristiana. En el 457 se sabe que hubo una escuela nestoriana en Nísive, y una expansión nestoriana hacia el Este, llegando a China. Esto se hace para debilitar religiosamente a Bizancio.

Factores institucionales: la administración y el ejército

El Imperio Romano estaba gobernado por una autocracia basa da en el apoyo de los ejércitos, siendo así desde el s. I. Además, la ley tenía un papel que nunca perdió, y que fue su legado más brillante a la civilización. Desde Augusto, todos los poderes recaían en el emperador, el Senado y el ejército. Así se permitió un cierto control sobre el emperador. Mientras que el Senado fue más contestatario, el ejército adoptó una postura servil, al tiempo que fue ganando influencia en el control de los emperadores. Diocleciano trató de disminuir esta influencia por medio de la instalación en el palacio imperial de la pompa y el boato oriental, copiada del imperio persa. Así, se hacía inaccesible a los ojos del ejército mediante la construcción de una jaula de oro. Esto justifica la diadema de oro, la púrpura imperial a la hora de vestirse, y el emperador vivirá de este momento en adelante atrapado en un ceremonial permanente, rodeado de eunucos y protegido por los guardias. Esto daba seguridad al emperador, pero se alejaba de los problemas de los pueblos a los que gobernaba, y dependía de la influencia ejercida por sus consejeros.

Con este sistema se impone la necesidad de una fuerte burocracia jerarquizada, que además Diocleciano tomó una decisión clave, que ha sido mantenida hasta el día de hoy: la separación entre los cargos civiles y militares, para evitar posibles abusos, ya que ambas administraciones se mantendrían vigiladas la una a la otra.

La administración civil se basaba en un Consejo de altos funcionarios que ayudaban al emperador. El más importante era el Praepositus sacri cubiculi, es decir, un eunuco muy influyente, que generalmente desempeñaba algún cargo en palacio, y también solía estar inmersos en asuntos relacionados con la corrupción. El hecho de que fuera un eunuco el elegido se debe a su imposibilidad de legar su poder a ningún linaje, lo que, en principio, les hacía más fieles a la causa del emperador. El uso de eunucos desde la época de Diocleciano es otro gesto más que demuestra el proceso de orientalización que sufrió el poder imperial.

Además, había distintos cargos, a señalar:

  • Conde de las Sagradas Larguezas: el tesorero.
  • Conde de las Res Privatae: el administrador de las propiedades del emperador.
  • Cuestor del Sacro Palacio:
    1. Encargado de redactar las leyes dictadas por el emperador.
    2. Interpretaba dichas leyes.
    3. Respondía a las peticiones legales realizadas por los habitantes del Imperio.
  • Maestro de los Oficios:
    1. La cabeza de la secretaría de los negociados.
    2. A su mando tenía un cuerpo de escribanos.
    3. Competencias sobre la guardia imperial.
  • Agentes in rebus: servicio secreto a sueldo del emperador. Fueron temibles.
  • Prefectos del Pretorio:
    1. Fueron el puente entre la administración territorial y la imperial.
    2. Fueron 3, establecidos en Galia, en Italia, y en Oriente.
    3. Era el cargo que conllevaba más poder tras el de emperador.
    4. Jefes del Tribunal Supremo.
    5. Respondían a las peticiones legales de los gobernadores.
    6. Vigilantes sobre la recaudación de impuestos.
    7. Encargados del abastecimiento militar.

El Imperio estaba dividido en 12 diócesis con 120 provincias. Al frente de la diócesis se sitúa el vicario. Al mando de la provincia estaba el gobernador, llamado praeses, los cuales tenían poder ejecutivo y judicial, y ayudaban al Prefecto del Pretorio a desempeñar sus funciones.

Por debajo de estos se sitúan los curiales. Estos eran magistrados cuya situación cada vez estará más degradada, lo que llevará al punto de que, en el contexto de heredabilidad de los cargos, los hijos de los curiales busquen artimañas para no desempeñar dicho cargo. Esto se comprende porque son los corresponsables del pago de impuestos de los ciudadanos de la ciudad a su cargo.

Este sistema de organización de responsabilidades se basaba en la ciudad y la comarca en la que ésta gobernaba. En las comarcas también habrá grandes propiedades del emperador o de familias senatoriales, las cuales tendrán exenciones fiscales importantísimas, ya que esto atraerá a los campesinos propietarios a convertirse en dependientes del propietario para así poder escapar a la asfixiante presión fiscal del Imperio. Este es el fenómeno del patronato, concepto que terminará por destruir el sistema fiscal imperial.

Además, el sistema se vería perjudicado por la endémica corrupción de los distintos cargos públicos. Para solucionarlo, se crearían los agentes in rebus, pero estos sucumbirían a la corrupción, lo que llevó a la creación de un segundo cuerpo de agentes in rebus, con idéntico resultado.

Ante la indefensión de los campesinos y ciudadanos, el papel más honorable del momento es el que desempeñan los obispos de las ciudades, los cuales, en esta temprana fase del cristianismo, eran elegidos por el pueblo. Los obispos no huyeron al campo, a diferencia de las autoridades del municipio, lo que les aportó todavía más prestigio. Su papel coincide con la idea actual de un juez de paz, es decir, que buscaba salidas negociadas a los conflictos, una vez que los implicados hubieran solicitado su mediación.

Las más altas jerarquías del ejército eran estos cargos:

  • El más alto: magister militum.
  • El referente a la caballería: magister equitum.
  • El referente a la infantería: magister peditum.
  • El referente a un poder común de infantería y caballería: magister utriusque militiae.

En la época de Constantino, existían cuatro magistri a los que estaban subordinados 36 duces, de los que 10 llevaban el título honorífico de comites (compañero del emperador).

Entre el Imperio Romano y el Imperio Bizantino

Según la opinión de Gibbon, citado anteriormente, el Imperio Bizantino no es sino una devaluación del Imperio Romano, lo cual actualmente no es aceptado. Sí que hay una crisis, pero cada vez más se revaloriza el período comprendido entre los s. III y V, sobretodo para el estudio del Imperio de Oriente. Las medidas tomadas en Occidente no funcionaron, pero en Oriente configuraron un Estado con una fuerza prácticamente autónoma. Así, en Bizancio hubo un desarrollo artístico excepcional que llegó a su culmen en época de Justiniano. Además, también arranca en este momento la proyección bizantina al mundo eslavo, algo que ha llegado a nuestros días, por medio de la Iglesia Ortodoxa. Por último, destacar que el Imperio Bizantino tuvo una gran capacidad civilizadora, refiriéndose esto a la transmisión de cultura y de valores propios de su mundo.

Se ha evaluado el papel de las transformaciones económicas en Bizancio, configuradas para asegurar el pago del impuesto llamado annona, impuesto que gravaba la capacidad productiva, cobrada en especie. Combinaba dos elementos a la hora de gravar: la tierra y la persona. Así, se elaboraron censos que establecían lo que se debía recoger en cada parcela en base a la calidad de la tierra, y al número de personas que la trabajaban. La finalidad principal de este impuesto era el costoso mantenimiento del ejército.

Las medidas para recaudar los impuestos llevaron a hacer paultinamente un sistema muy opresivo, fomentando involuntariamente el patronato, tan dañino para el fisco imperial. Hay que destacar también los dominios eclesiásticos tuvieron importancia en este proceso.

Esta reglamentación dirigista pudo conseguir un punto óptimo de estabilidad y producción, como se ve en el s. IV en la parte oriental, pero también tuvieron problemas, como el inmovilismo tecnológico, tanto en el trabajo agrario como en la producción de la manufacturas. Esto fue así porque apenas había innovación, y la poca que había no se difundió. Esto supuso que las técnicas de explotación fueran inútiles para conseguir un rendimiento suficiente de la tierra.

Además, la creciente presión fiscal hizo que sólo las tierras más fértiles siguieran activas, lo que sumado a la falta de innovación tecnológica, vista en los tiros de los animales, en la falta de la carretilla, algo que permite la optimización del tiempo de trabajo, y por último el hecho de que sólo contaran con el molino hidráulico.

La economía del Bajo Imperio Romano vivía las consecuencias del exceso de mano de obra de las épocas anteriores, y fue cuando la escasez de esa mano de obra apareció, cuando el sistema fiscal falló. Pero no se produjo un retraimiento general de la situación, ya que el sistema se basaba en el cultivo de las tierras más ricas.

Los ingresos del Estado fueron disminuyendo por la reorganización política, ya que a la nobleza se le dieron responsabilidades de recaudación de impuestos.

Todas estas medidas resultaron en Oriente, en donde la economía era más fuerte, debido a su demografía, a su densa red urbana, y a la reactivación del comercio, llegando este incluso hasta China.

El desarrollo artesano siguió al mismo alto nivel que en el s. II.

En el campo, la mayoría de habitantes eran propietarios mediante un reparto igualitario, lo que lleva a un mayor reparto de la riqueza.

La nobleza terrateniente en Oriente tuvo un papel político reducido, además que tuvieron un mayor compromiso con la administración a la hora de pagar impuestos. Esto provocó que el fenómeno del patronato no se desarrollara tanto como lo hizo en Occidente.

Aunque en Oriente se pagaban más impuestos que en Occidente, se pagaban con los excedentes agrarios de la producción, lo que evitaba el empobrecimiento paulatino de la población, aseguraba el mantenimiento del ejército, además de fomentar el crecimiento demográfico, lo que a su vez aumentaba tanto el número de potenciales efectivos del ejército como la producción agraria.

La burocracia era efectiva, basada en una administración eficaz y un ejército formado y nutrido fueron factores determinantes para la estabilidad estatal en Oriente.

Así, la parte oriental superó la crisis y a finales del s. V, la situación era estable.

También en Oriente había una monarquía absoluta hereditaria, una burocracia jerarquizada centralizada, y un ejército al servicio del Estado.

Además, al Imperio de Oriente le benefició la caída del Imperio Romano de Occidente, a lo que Bizancio ayudó mediante la desviación del pueblo godo hacia Occidente. Cuando Roma cae, la parte oriental fue el único sucesor legítimo, lo que le daba un poder moral sobre las potencias bárbaras. Pero en Oriente también había problemas serio, como el provincialismo creciente, que tenía un terrible efecto disgregador, más incluso que en Occidente, ya que en esta zona había territorios con una identidad formada ya antes de la conquista, como Egipto, Siria…

Además, había una gran potencia al Este que siempre había que tener en cuenta: el Imperio Persa.