Las nuevas directrices económicas

Inserción de las colonias en el espacio económico hispano

Los ilustrados creían que la ciencia era la herramienta con la que podrían arreglar el mundo. Según esto los proyectistas pretendían renovar la estructura social y transformar el estado gracias a la ciencia económica. Los proyectos que diseñaban para América eran irrealizables por su ambición, aunque algunos eran interesantes como el de Uztáriz, Campillo, Ward, Ulloa y Campomanes, que a veces obtuvieron su reflejo e la administración. En todos ellos existían aspectos novedosos y aprovechables.

Las reformas reales fueron más modestas: autolimitadas, selectivas, moderadas y subordinadas a las necesidades militares y fiscales. Buscaban el beneficio rápido, recaudando más pero no necesariamente aumentando los impuestos, sino también evitando el fraude y ejerciendo nuevas actividades.
Las reformas en el comercio, minería, industria, agricultura y ganadería estuvieron determinadas por el nuevo papel que se asignó a las colonias: productoras de materias primas y mercados de absorción. De estos principios se deduce que su economía debía diversificarse proporcionando bienestar a los súbditos americanos pero de forma que no compitieran con la metrópoli y consumieran productos metropolitanos. Las reformas se centraron en:

  1. Los monopolios estatales: los estancos tuvieron una implantación desigual, algunos de ellos ni siquiera reportaban beneficios y su implantación se debía a fines políticos, otros eran extraordinariamente rentables. Los primeros se dejaron en manos de los mismos asentistas, se buscaron arrendatarios nuevos o se suprimieron como monopolio. Los segundos empezaron a ser gestionados directamente por la corona y se implantaron algunos nuevos.
    • Entre los más rentables destacaron la sal y el azogue, que mejoraron su calidad, se abarataron los precios y se regularizó su transporte. La pólvora que aumentó su producción con el consiguiente abaratamiento y generalización de su uso. Estos tres monopolios estaban relacionados con la minería y eran vitales, no solo para la Corona, no solo porque aumentaban sus ingresos sino también porque ayudaban a controlar la minería.
    • Menos útiles, pero de interés social y político eran el pulque, un aguardiente de caña que se gravaba por entender que era perjudicial para la salud, el papel timbrado, grabado para evitar el vicio de pleitear, los naipes, monopolio a favor de un pueblo granadino, la lotería, estancada para controlar los juegos de azar, y el tabaco que se estableció a favor del ejército para preservar su calidad y promocionar su producción. Se fumaban cigarros puros y papelillos (cigarrillos).
  2. La minería basó su reforma en la minería alemana. Los progresos técnicos producidos desde el siglo XVI exigían cada vez más inversión y mayores unidades de explotación, pero la legislación iba en contra de esta tendencia y la escasez de capital hizo aumentar la dependencia de los aviadores. La conjunción de estos factores hizo que la producción se estancara en torno a 1760. Estos problemas eran conocidos en Madrid, sobretodo después de la publicación de Gamboa Comentario a las ordenanzas de minas en la que se comentaban las medidas legales, se exponía la situación de la minería y se proponían medidas para remediarla: abaratar las materias primas, promover exenciones fiscales, facilitar la financiación y los créditos en buenas condiciones a los mineros y establecer una jurisdicción especial para el sector.
  3. El comercio intentó imitar el modelo inglés y francés. Ward entendía que el colonialismo hispana había sido un fracaso porque sólo contemplaba el éxito económico, y la monarquía lo sacrificó a otros aspectos. Campomanes intentó rentabilizar las colonias al modo de Colbert y Quesnay. Su reforma se inspiró en fuentes inglesas y francesas. La corona había gastado mucho en la colonización y no había explotado bien el comercio, esto era reconocido, los Austrias preferían el dominio de los territorios a las ventajas y utilidades del comercio, del que se saca fruto y no se gasta en defensa y gobierno. Campomanes intentará rentabilizar las colonias españolas implantando un mercantilismo tardío, con algunas ideas protoliberales.
  4. Agricultura y ganadería no se vieron afectadas directamente por las reformas borbónicas, aunque siguieron un desarrollo sostenido gracias a un giro en la demanda europea y al crecimiento demográfico.
  5. El sector industrial: los obrajes, se vieron afectados sólo por el cambio de la filosofía comercial. Son manufacturas los textiles que abastecían a los indígenas. Todo el textil que empezó a penetrar desde Europa más barato hizo que cayese este sector, manteniéndose en los tejidos más burdos.

La regionalización de la economía colonial

La coherencia de la política económica borbónica chocó en Indias con una economía regionalizada controlada por las élites criollas. El sector industrial luchaba por el proteccionismo y la agricultura por la consecución de nuevos mercados, mientras que las élites criollas no estaban dispuestas a ceder parte de su independencia ante el nuevo centralismo.

Cada uno de los sectores recibió un tratamiento diferente, siempre buscando la complementariedad con la metrópoli y la rentabilidad; todos se beneficiaron del aumento demográfico que provocó mayor disponibilidad de mano de obra, mayor demanda y consumo. El siglo XVIII fue un periodo de consolidación que afectó de diferentes formas a cada región:

  • En México la economía giró en torno al auge minero
  • En las Antillas el azúcar fue protagonista
  • Chile resurge en torno al trigo
  • Nueva Granada crece gracias al oro

La demanda europea y la explotación de nuevas zonas agrícolas

En Indias no faltaron los fisiócratas que clamaban por la revalorización de la tierra, aunque serán las minas las que actuarán como acicate para el surgimiento de la agricultura en determinadas zonas, algunas de ellas marginales y que cobraban interés por el crecimiento de la demanda. La política de la corona careció de uniformidad y coherencia, supeditada a la pervivencia del mercantilismo; como norma general favoreció a aquellos cultivos que sirviesen a la expansión de la industria y al consumo nacional, eliminando aquellos que pudieran competir con los peninsulares. Las ideas reformistas de políticos como Aranda, Floridablanca, Campomanes, Gálvez, Jovellanos, Ward y Ulloa adquirieron un significado distinto al aplicarse a América al no ser posible unificar los intereses nacionales y particulares. En la no superación de ese dualismo por parte de la Corona radicó el límite encontrado por algunas de sus reformas.

La agricultura fue dejada de lado por las reformas y evolucionó obedeciendo a leyes del mercado. En la segunda mitad del siglo XVIII se acentuó el avance de la propiedad individual sobre la comunal, lo que afectó a los modos de producción y a la mano de obra. La Real Instrucción de 1754 reglamentó las mercedes, venta y composición de tierras, favoreciendo la legalización de tierras adquiridas de forma ilícita y la consiguiente desposesión del indio−, todo ello favoreció la concentración de la propiedad. Se aumentó la mano de obra asalariada, aunque todavía había que distinguir entre inquilinato, yanaconaje y mano de obra esclava.

Según Pietschman los hacendados intentaron por todos los medios eliminar la competencia indígena y de los pequeños propietarios, acaparando tierras y agrandando sus propiedades como forma de conservar los mercados y su rentabilidad.

El proceso de concentración de la propiedad no fue sincrónico en toda América hispana. Los sistemas laborales en la agricultura evolucionaron hacia una mayor significación del trabajo asalariado, distinguiendo distintas formas de trabajo; peonaje, inquilinato, yanaconaje y la manos de obra esclava.

La producción hubo de dividirse entre cultivos para el autoconsumo y los dedicados a la exportación. Entre las plantas alimenticias destacaron el maíz, de tal importancia que sus crisis arrastraban a todos los sectores, y el trigo, que extendió su producción por las zonas marginales de México, Chile y Patagonia; el resto de gramíneas fueron mucho menos importantes. Entre los cultivos para la exportación se mantiene la caña e azúcar en Cuba, México y Perú, el cacao en Venezuela, el tabaco en las Antillas, el algodón y el añil. (crecimiento intenso pero breve, ya que a fines del siglo entró en crisis).

La ganadería tuvo un aumento espectacular en el periodo colonias por la no existencia de grandes mamíferos domesticables en América. Las principales áreas fueron el Norte de México, el Este de Venezuela y Nueva Granada, Perú y la Pampa Argentina. La producción se dirigió al transporte, agricultura, alimento, industria textil, salazón y curtidos,; fue llevada a cabo por grandes familias que en el siglo XVIII formaban dinastías consolidadas en grandes estancias−latifundios y sólo estuvieron en manos indígenas cuando las Cofradías invertían en ello sus fondos.

Los mercados ganaderos aparecían vinculados a los grandes centros m8ineros y generaron rutas de transporte específicas que eran recorridos por trenes de mulas. En el siglo XVIII los intendentes mejoraron las redes viarias y en 1796 se publicó el Reglamento de arrieros y mercaderes para racionalizar el transporte. La producción ganadera alcanzó gran diversificación:

  • Ganado vacuno incrementó la exportación
  • Ganado caballar empezó a estar disponible para los indios y el ganado mular fue fomentado por Carlos III por su relación con la minería y el comercio: resistente al clima, poco exigente en sus comidas y duro para el trabajo
  • Ganado ovino se aclimató en Perú y empezó a criarse en Río de la Plata para la producción textil

La industria (obrajes, curtidos y salazones) se intenta fomentar sin que haga competencia a la peninsular. Una Consulta de julio de 1786 exponía que en América se debía fomentar la agricultura que sirviese de base a las manufacturas y fabricas de la metrópoli para facilitar el intercambio de lo que cada uno posee; a pesar de este en la segunda mitad del siglo XVIII se aceptó la utilidad de algunas industrias en Indias: hilados, refinerías de azúcar, forja, platería, cría de gusanos de seda, lino, cáñamo, entre otras, por lo que la península no impidió el surgimiento de la industria, sino que frenó las que le pudieran hacer competencia, y el abastecimiento provocado por guerras y catástrofes varias provocó el auge de la artesanía y la ndustria.

La mano de obra era indígena o esclava. Los indígenas se sometían a variadas condiciones de trabajo, que en el caso de los obrajes eran especialmente duras. Los obrajes eran abiertos al público, con empleados libres y remunerados, o cerrados, sin comunicación con el exterior y condiciones parecidas a las de una cárcel, pues los operarios podían ser trabajadores libres con contrato, obreros endeudados, delincuentes y eslavos. En el siglo XVIII se tomaron medidas para regular el trabajo y mejorar sus condiciones y en 1776 el virrey de Croix publicó unas Ordenanzas que impedían los abusos.

Hubo una gran diversidad industrial:

  • La textil fue la principal porque abastecía y se nutría del sector indígena. Las medidas restrictivas, el mercado libre y la falta de innovación tecnológica provocó una recesión acompañada de rebeliones indígenas entre 1760 y 1778
  • La Real Fábrica de lino y cáñamo fue un proyecto de Gálvez para la fabricación de jarcias, cables, lonas y lonetas, pero fue poco competitiva y fracasó
  • Cuba se convirtió en el principal centro azucarero tras los sucesos de Haití después del estanco la corona creó fábricas de puros y cigarros, lo que hizo bajar su producción a partir de 1775
  • La pólvora era regalía de la Corona, que aumentó la producción y rebajó el precio para generalizar su uso en la minería
  • Los salazones aumentaron con la ganadería y la demanda europea de carne salada
  • Los curtidos atravesaron un periodo boyante en la segunda mitad del siglo; en Río de la plata y Venezuela estuvo sujeta a un plan de fomento del consulado
  • La construcción naval se desarrolló en paralelo al propósito de Carlos III de crear una marina mercante fuerte. Los astilleros de La Habana, Panamá, Guayaquil, El Callao y Asunción tuvieron gran esplendor
  • La platería se mantuvo sin cambios

La minería mexicana: reformas institucionales y bonanza económica

El fenómeno de la plata mexicana ha intentado ser explicado por Humboldt a través de la literatura de la época: los Comentarios a las ordenanzas de minas de José Javier de Gamboa, y las obras de Velásquez de León, Garcés y Eguía y Fausto de Elhuyar.

En el siglo XVIII se produjo un florecimiento de la minería de la plata en México a pesar de que todos los factores estaban en contra:

  • Las industrias extractivas suelen agotarse con el tiempo
  • No hubo descubrimiento de vetas nuevas
  • Los metales mantuvieron su precio invariable durante siglos
  • México no tenía un mercado libre de la plata
  • El productor no recibió ningún estímulo externo

Pese a ello, el crecimiento de la producción de plata se mantuvo; todo ello lleva a pensar que la expansión obedeció a motivos internos. La producción de la plata estaba organizada en tres fases: extracción, beneficio y acuñación.

Extracción

La mina era una concesión real que con el Código de 1783 se amplió de un rectángulo de 120 x 60 varas a uno de 200 x 100 varas, que dejaron de medirse en a superficie para medirse bajo tierra y en la dirección de la veta, proporcionando seguridad a los mineros.

  • La profundidad de las minas aumentó y se generalizó durante el siglo XVIII.
  • Se universalizó el uso de la pólvora, que se convirtió en el auxiliar indispensable de los zapapicos o picos de hierro.
  • Los tenateros o cargadores pasaron de subir el mineral a las espaldas de los tenateros o cargadores a utilizar los malacates movidos por animales, también para resolver inundaciones
  • Las inundaciones se resolvieron con malacates (túneles construidos por debajo del nivel del agua), que precisaban de grandes inversiones y motivaron el abandono y posterior apropiación o bien la cesión a un minero con mayor capacidad de inversión, concentrándose la propiedad de las explotaciones.

Beneficio

Siguió siendo un arte empírico regido por pruebas prácticas de los trabajadores más expertos. El metal se podía obtener por fundición o por amalgama.

La fundición era rápida y sencilla, pero muy cara, por lo que sólo se usaba con vetas muy ricas. El metal se trituraba, se mezclaba con compuestos químicos y se fundía en una fragua castellana de forma piramidal. En un proceso que no duraba más de 24 horas. Después de 1780 se mejoró el sistema añadiendo tequesquite, sal que aumentaba la plata separada.

La amalgama o método de patio era más compleja. El metal se trituraba hasta convertirlo en polvo y se extendía por montones que se mezclaban con mercurio, sal y otros productos químicos, la mezcla se lavaba para descargar el magma y después se calentaba para separar la plata del mercurio. Este proceso consumía entre tres semanas y dos meses, según la estación, pero obtenía mayores cantidades a menor costo. En el siglo XVIII hubo pocas variantes, pero se sustituyó al hombre por las bestias en el triturado y mezclado, y se introdujo la técnica del cazo en el calentamiento, pero lo más decisivo fue la reducción a la mitad del precio del mercurio. Conseguía mayores cantidades a menor costo.

Acuñación

Era el final del proceso, en el que el minero debía rendir cuentas a la corona. Las obligaciones legales y fiscales eran numerosas, existían Cajas Provinciales de recaudación en los principales centros mineros, l los oficiales distribuían mercurio a crédito y cobraban su precio y los impuestos sobre la plata al final del proceso.

Gracias a la remodelación que hizo Gálvez en Almadén el abastecimiento fue abundante (10000 quintales en 1775 y 16000 en 1790) y regular, reduciendo los gastos de producción y transporte. También Gálvez introdujo cambios en la carga tributaria eximiendo al minero del pago de la alcábala sobre materias primas y abastecimientos y otorgó exenciones a los mineros en proceso de inversión, suprimió intermediarios en el proceso de acuñación, estableciendo un fondo para pagar al contado la plata y que el minero no tuviera que esperar la acuñación real. La pólvora fue distribuida por funcionarios, lo que disminuyó su coste.

En la mano de obra también hubo variaciones:

  • Los mineros mexicanos en el siglo XVIII fueron hombres libres que trabajaban voluntariamente, la mano de obra indígena forzada fue una minoría, sólo se obligaba a mulatos o mestizos vagabundos
  • El salario era muy atractivo: 4 reales diarios frente a 1’5 en la hacienda y derecho al partido, que era una parte de las ganancias cobradas en mineral por el trabajador. El partido generó motines y revueltas hasta que Gálvez regularizó su pago y domesticó a la mano de obra reduciendo sus ganancias apoyado por los mineros

Cualquier explicación para el gran florecimiento de la minería es compleja ya que no tuvo un factor determinante. El virrey Revillagigedo se debe principalmente al mayor número de personas que se han dedicado al laborío de las minas, al corto adelantamiento que se han hecho en el modo de beneficiarlas, a las comodidades en el precio del azogue, rebaja en la pólvora y exención de alcabalas.

Habría que añadir las medidas institucionales:

  • Se elevó la categoría de los mineros creando el gremio de mineros, con un Tribunal de Minería y un fuero propio. El Tribunal administraría un Banco de Fomento y la escuela de Minería; su mayor éxito fue el Código de Minas de 1783 que pretendía fomentar la producción recogiendo los problemas reales.
  • La creación del banco fue propuesta por Domingo Reborato y Soler en 1743 para financiar a los mineros durante los periodos muertos en la explotación de la mina; en 1761 Gamboa en sus Comentarios… volvió sobre esta idea, pero cuando Gálvez lo crea en 1784 fracasó en breve porque se cometieron irregularidades y no siempre se prestó a los mineros.
  • La Escuela de Minas fue el logro más duradero. En 1786 la corona envió a Fausto de Elhuyar a supervisar el estado técnico de la minería, este aconsejó al virrey la creación de una escuela, que empezó a funcionar en 1792 y se convirtió en una escuela de moda que también daba lecciones de matemáticas y francés.

Hacia la liberalización del comercio colonial: el fin del Régimen de Flotas. Cádiz y el Atlántico. La atlantización de la economía

Con la llegada de la nueva dinastía se quisieron tomar medidas que mejorases la economía de la monarquía, en lo que el comercio trasantlántico debía jugar un gran papel. Las reformas tendían hacia el libre comercio y según Céspedes del Castillo se debieron a las agresiones comerciales de otros países; Lynch afirma que las contradicciones se deben a que debían tener en cuenta muchos intereses divergentes y Brading que era el modo en el que la corona atacaba a las clases privilegiadas.

Según Walker podemos distinguir varias etapas:

  • 1700−1740 pervivencia del Régimen de Flotas:
    1. Presencia del comercio francés, con la llegada de los Borbones, a partir de 1679 la Junta de Comercio cuestionó el Sistema de Flotas y empezó a pensar en compañías privilegiadas. Cuando Carlos II eligió como sucesos a un príncipe francés los intereses comerciales de Inglaterra y Holanda se vieron atacados, y declararon la guerra a España y Francia, al mismo tiempo que Francia obtenía permiso para comerciar con América. Esto fue aceptado por los comerciantes monopolistas porque la flota no podía partir sin la ayuda de Francia. Felipe V estaba dispuesto a reformar el comercio. El tema crucial era: mantener las flotas o autorizar una navegación más libre. Los españoles, creyendo con ello evitar la presencia francesa, dieron lugar a que se permitiera el comercio a los extranjeros amigos, el abandono del régimen de flotas debía ser inminente, y se impuso que los buques mercantes fueran españoles. La guerra impidió la puesta en práctica de estos acuerdos. Y mientras tanto, el comercio en las colonias era caótico, los franceses seguían intentando legalizar su presencia dentro del monopolio español, dando paso al proceso de paz.
    2. En el Tratado de Utrech entre 1713 y 1714 las colonias aparecen por primera vez como anexos a Europa, y los intereses comerciales y dinásticos desplazaron por primera vez a los religiosos. Inglaterra obtuvo el asiento de negros y el navío de permiso le permitía introducir 500 toneladas de mercancía por año y flota; este navío llegaría en feria y pagaría ¼ de los beneficios y el 3% de las ganancias restantes. El navío de permiso planteó problemas, porque los ingleses protestaban cuando la flota no era anual, se enfrentaban a los oficiales reales por el pago de tributos y no cumplían el límite fijado.La Flota de 1715 sirvió para evidenciar que los problemas no se habían resuelto con la paz, ya que durante la guerra había crecido el sentimiento de autosuficiencia, las colonias comerciaban entre sí y con Filipinas, el contrabando continuaba auspiciado por los Consulados.

      Los consulados eran cómplices de la situación de contrabando y preferían el régimen de flotas que les reconocía la exclusividad del comercio, pero a su ver preferían que la flota no fuese anual por la alcabala.

    3. Entre 1717 y 1720 se intentó reestructurar el comercio incentivando a los comerciantes y saneando los ingresos de la Corona: se redujeron los impuestos que gravaban el comercio, se rebajaron los fletes y se reestructuró la marina.

      Patiño, nombrado Intendente General de Marina puso en práctica el programa de reformas: trasladó la Casa de Contratación a Cádiz, creó Intendentes de Marina, inició la construcción de barcos, alquiló astilleros, fomentó industrias auxiliares de la marina, creó nuevos rangos y escuelas, concedió patentes de corso y creó navíos de aviso. Esto fue acompañado de una limpieza de bajeles franceses que practicaban el contrabando en el Pacífico y una Real Cédula que recrudeció las medidas contra el contrabando.
      En 1720 surge el Real Proyecto de Galeones, que pretendía incentivar el comercio, con él las reformas se culminaron. Se tomaron medidas fiscales como reducir los aranceles a los productos españoles y aumentar los extranjeros, se rebajaron los fletes, se introdujo el “palmeo” para su fijación y se mantuvo que los navíos debían ser españoles. Todo esto fracasó por la falta de colaboración. Patiño reaccionó con violencia a la falta de colaboración que había hecho fracasar el Real Proyecto y empleó medidas coercitivas para acabar con el contrabando, pero ante los fracasos reiterados se reabrió el debate sobre la conveniencia de mantener el Régimen de Flotas

      Cuando Patiño llegó a la Secretaría de Despacho Universal de Indias emprendió reformas para incrementar los ingresos de la corona: aumento los tributos sobre el comercio, permitió el navío de Acapulco e introdujo las Compañías Privilegiadas invitando a compañías internacionales y creando la Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1728 y la Compañía de Galicia en 1734. Respecto al contrabando convocó un Congreso en Soisons para limar diferencias con Francia e Inglaterra firmándose en 1729 el Tratado de Sevilla cuyo incumplimiento llevó en 1732 a la supresión del navío de permiso.
      Con estas medidas las ferias de 1729 y 1730 fueron un éxito, pero de 1734 a 1740 la crisis de las Flotas fue total: Jerónimo de Úztariz, Marqués de Santa Cruz del Mercenado, Campillo y Cossío piden el comercio libre, como solución tomada de otros países.

  • 1739−1765 Navíos de registro sueltos y navegación por el Cabo de Hornos

El Sistema de Flotas fue suprimido informalmente por la Guerra de la Oreja de Jenkins (1739−1742) y la Guerra de los Siete Años (1756−1763) durante las cuales no se podían armar flotas por falta de barcos y se enviaban navíos sueltos que escapaban más fácilmente a los ingleses. Los navíos de registro sueltos ampliaron las líneas de tráfico, se acabaron las ferias y los géneros se introducían por todo el litoral con un comercio directo, acudiendo allí donde sus géneros tenían demanda con sorprendentes resultados:

  • Se acabó el contrabando, los productos llegaban de forma directa, frecuente, sin fecha ni precios prefijados, lo que hacía arriesgado recurrir al contrabando o acumular stocks
  • La participación de pequeños comerciantes de puertos secundarios hizo arruinarse a los grandes monopolistas de los Consulados de México y Lima
  • Muchos capitales huyeron del comercio a favor de la minería o la agricultura

Acabada la guerra los grandes comerciantes quisieron volver al viejo sistema pero fue imposible. En 1762 los ingleses toman La Habana y América se vuelve prioritaria, dando lugar a más reformas.

  • 1765−1778 Hacia el libre comercio

Las reformas fueron a la zaga de las agresiones extranjeras y se implantaron de forma paulatina siguiendo l’Esclusif francés:

  1. En 1765 se dio libertad a las islas de Sotavento
  2. En 1769 a Luisiana
  3. En 1770 a Yucatán

En 1778 se publicó la Pragmática de Carlos III sobre el Libre Comercio, que se basaba en un estudio de Ortiz de Landázuri sobre los problemas del monopolio de Cádiz y en la práctica consistió en:

  • Habilitar más puertos en Indias y España
  • Crear juzgados de arribadas en los puertos
  • Reducir aranceles a los productos hispanos, aumentar aranceles a los productos extranjeros
  • Combatir el contrabando
  • Fomentar en ultramar los productos de exportación
  • Incrementar la marina

Otras medidas fueron la autorización del Comercio Intervirreinal desde 1774, la creación de la Compañía Gaditana de Negros, la adquisición de Fernando Poo y Annobón como cazaderos, la libertad para establecer sistemas esclavistas en las plantaciones y creación de la Compañía de Filipinas, para regular el comercio entre América y Asia.

Este modelo no era viable por la falta de industrias de la península y porque no encajaba con el sistema tradicional, por lo que aunque aumentó el comercio y sus beneficios no se consiguió ninguna mejora estructural. Los comerciantes no calcularon la capacidad de absorción de las colonias, saturaron los mercados y provocaron grandes quiebras, hasta que a partir de 1790 el equilibrio comercial volvió a recuperarse.

Los principales perjudicados fueron los grandes monopolistas, y con ellos Lima pues el protagonismo pasó al Atlántico.